Le crecieron alas a las palabras sembradas en el cañaveral.
¡Y por un tiempo nada de esto fue cenizas sino, primavera en nuestras venas!. Soñamos
nunca más nuestra sangre en el cañaveral. Soñamos nuestras almas
libres de esta absurda relación que me ata a la tierra. Pero entonces
algo anduvo mal, alguien habló de un tal familiar. Que quiso restaurar el tiempo de cenizas,
acabando con nuestros sueños. Y desde entonces la ceniza cae.
No hay comentarios:
Publicar un comentario