domingo, 27 de septiembre de 2009

Le crecieron alas a las palabras sembradas en el cañaveral. ¡Y por un tiempo nada de esto fue cenizas sino, primavera en nuestras venas!. Soñamos nunca más nuestra sangre en el cañaveral. Soñamos nuestras almas libres de esta absurda relación que me ata a la tierra. Pero entonces algo anduvo mal, alguien habló de un tal familiar. Que quiso restaurar el tiempo de cenizas, acabando con nuestros sueños. Y desde entonces la ceniza cae.

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